martes, 25 de mayo de 2010

Entre las imponentes columnas ahora arrojadas al suelo, el frío titánico heló mi garganta, undio mis pensamientos en un abisal azul oscuro...por un momento toque el fondo, ahí donde mi orgullo no encuentra razones y donde las razones no encuentran lugar, sino la mas absoluta realidad.
Un espejo frente a mi y el reflejo, las marcas reales del cuerpo, la verdad de la piel, ahí donde la luz revela los rincones donde no hay escondite.
Por algo nos encontramos a veces ante nuestras propias miserias, el camino depende ahora de los horizontes que nazcan desde dentro.

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